martes, julio 03, 2007

Dorix was there


Oh, sí, hace un mes fui por primera vez en la vida a la lucha libre y experimenté lo que me habían contado o lo que había leído: el espectáculo no está en la propia lucha, sino en el público, ahí donde las reglas se subvierten, donde abundan las mentadas y los gritos eufóricos, donde nadie se ofende y todos entran/entramos al juego. En algún momento hasta los luchadores perdían la atención de su farsa para contemplar por nanosegundos al público y seguir dando golpes que nomás dejan airecito, acompañados por gestos de exagerados a lo que le sigue; mientras la multitud sigue gritando…
A los luchadores: “eees puto”, “pito chico”, “mi vieja es más ruda”, “silla, silla”.
A ciertos especimenes dentro de la multitud o, de plano, todos contra todos: “_____, _____, chingas a tu madre”, “el de rosa es puto”, “pozolera, pozolera”.
A las mujeres: “vuelta, vuelta”, “que brinque”, “güera, coqueta, enséñame las tetas”, “teibolera, teibolera”.
A las gringas: “hijas de Bush, hijas de Bush”.
A los visibles: “Ciencias, Ciencias, chinguen a su madre”.
Los de ring a los de gradas: “pobres, pobres, chingan a su madre”, “se les va el camión, se les va el camión”, “tu mamá es mi chacha”.
Y las burlas a lo físico: “Choche, Choche” (al luchador gordo), “Pollo Pepe, Pollo Pepe” (al Gallo), “Chuck Norris” (a un tal Emilio, luchador idéntico a Norris), “Fabiruchis, Fabiruchis” (al güerito falso de pupilentes), “Johny Laboriel, Jonhy Laboriel” (al negro).
En fin, ese día al único que reconocí fue al Negro Casas. Hoy lucha el Místico, pero no iré, snif snif snif.

No hay comentarios.: