martes, julio 05, 2011

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Tengo una ampolla en el dedo chiquito del pie izquierdo. Ya sé, tal noticia no resulta relevante para la seguridad nacional; pero quien sea que se haya asomado a este blog, sabe que las intrascendencias son el pan nuestro de cada día y que para los asuntos medianamente serios está el otro blog. Sospecho que la ampolla, tan diminuta como dolorosa, es producto de mi extraño retorno a Canal Interceptor. Esa pista me deja ver lo que soy, a la vez que me recuerda lo que fui, es decir, ésta que hoy sólo camina, hace años corría y rebasaba gente. En aquel tiempo, no había lesión en el tobillo y no había comenzado mi cordial amistad con el Voltarén; no tenía (o, al menos, no recuerdo haber tenido) problemas con las ampollas y, si acaso los tuve, los pasé por alto; sobre todo, no me veía en la necesidad de reconocer mis limitaciones. Hoy, más de una vez, me encontré con tres chicas que corren, nuestras miradas se encontraron y fue como si me mirara a mí misma en distintos puntos temporales. Como sea, terminé mis seis vueltas, con la ampolla, el nublado, el viento, las multitudes esquivadas y mis divagaciones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He experimentado ésas sensaciones... es bien gacho.
... no sé, yo me empiezo a sentir frustrada... bendita juventud.

Dorix dijo...

Naaaaa, pero la acumulación de juventud también es divertida, a pesar de todo.