Tenía unas ganas locas de llorar, unas inexplicables ganas de llorar, no por algo o por alguien, simplemente llorar cual si se tratara de un deporte de alto rendimiento. Tenía unas ganas locas de llorar y terminé llorando con un spot de Coca Cola que invita a enloquecer. Recordé un anticomercial que vi el otro día, donde se afirmaba: somos los locos que contaminan ríos. En fin, yo soy la loca que llora en los spots previos a un documental sobre Dogma 95, en alguna sala de cine de Guadalajara.
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