martes, septiembre 22, 2009
de camino
Hace unos días coincidí con un par de chavos — tímida y sonriente ella, muy sociable él — en la universidad, caminamos del auditorio Pedro de Alba hacia la calle, hablamos de una ponencia que presenté, de la maestría que ellos estudian, de las películas de Juan Carlos Rulfo, del aplauso espontáneo que acabábamos de presenciar en la función de Los que se quedan (y que ya conté en este post). Fue un momento genial, como si nos conociéramos de toda la vida, pero no, apenas nos habíamos visto en el Seminario de Investigación, nos volvimos a encontrar en el Foro de la Cineteca, platicamos rumbo a la salida y nos presentamos en avenida Universidad, al despedirnos. He de confesar que entre mi caótica situación de estas tres semanas, he olvidado los nombres, pero a ellos y a ese momento jamás, que momentos como ése hacen que la vida valga la pena.
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4 comentarios:
Me recuerda de la canción Coincidir (de Alberto Escobar), son ese tipo de instantes que uno se lleva en la memoria para siempre.
Un abrazo...
claroO... la vida no esta compuesta de minutos si no de momentos. salu2 linDa
:) al final lo que cuenta, ¿no?
Los momentos, las sensaciones... los nombres a veces salen sobrando.
Ojo, dije a veces :)
Tony, aDih, Blu: Sí, de eso se construye la vida.
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