viernes, enero 22, 2016

La Raza

Llegué en metrobús hasta La Raza con la firme intención de tomar el metro, línea 5, hacia la Terminal del Norte. Por algún extraño motivo, caminé con toda la seguridad del mundo hacia la línea 3, abordé, bajé en automático en Potrero y caí en la cuenta de lo que había hecho. Por algún otro extraño motivo, no hice berrinche (ésa no no soy no soy yo, of course) y corrí al vagón de en frente para regresar a La Raza (una estación que me encanta, btw), donde por fin tomé la línea que debía haber tomado minutos antes. Ni hablar, así es la vida, uno se equivoca incluso cuando va con toda la seguridad del mundo y, a veces, no queda de otra que cambiar el rumbo. Por supuesto, siempre es más fácil cuando hay chance de voltear hacia arriba y ver las estrellas. Lo juro, no es que Paulo Coelho haya tomado mi muro, es sólo que a veces baja la Grumpy Cat que llevo dentro.

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