martes, marzo 25, 2008

invisible a los ojos

Las dos semanas más recientes han sido rete-harto-juertes. Encomiendas salidas de la nada (¿existirá la nada?), regresos (pero no del todo), reencuentros, desencuentros, dudas, cansancio, respuestas (muchas respuestas, hasta dos que tres que responden a preguntas no formuladas), lazos rotos, abismos, lazos invisibles que no se han roto, lágrimas y sonrisas, un deseo cumplido, un horizonte, despedidas, dos que tres berrinches, muchas esperanzas y más preguntas. Algo de mí se murió en estos días. Algo también resucitó. Y heme aquí, todavía, en mi propio caminito de Emaús.

miércoles, marzo 19, 2008

cómo te va, mi amor... amigo

Tantos años, tanto ha pasado y de nuevo me hace sonreír saber de ti y platicar contigo, aunque sea de todo y a la vez de nada. Me hace sonreír, pero es otra sonrisa, no es la sonrisa ilusionada de mis 22 y tampoco es la sonrisa falsa que te di a los 23, cuando escondí un par de lagrimitas atrás de unos lentes oscuros quesque muy fashion. No es posible olvidar, no para mí, pero sí querer de otra manera. Ya puedo pensar en aquellos topes y morirme de la risa, pensar que cuando más necesité estuviste al lado y me diste grandes dosis de la prudencia y la serenidad que te sobra y me falta, pensar tanto sin que me duela. Vaya sorpresa, redescubrirte como amigo ha sido genial.

miércoles, marzo 12, 2008

dulcissime



Una parte del final de Carmina Burana de Carl Orff.
Kathleen Battle, Thomas Allen, el Coro Shin yu-kai y la Filarmónica de Berlín, dirigidos por Seiji Ozawa.

Sobra decir que me encanta, me enloquece y me saca lagrimitas.