sábado, enero 28, 2012

tres odios y dos revelaciones

Odio abandonar tanto mi blog.
Odio acumular fragmentos de posts en Evernote, que estarían perfectos en la muy gustada sección "cosas que pasaron por mi mente mientras veía..." y que la lista de películas vistas y de fragmentos de posts guardados crezca y crezca (bueno, no odio que crezca, pero sí que el tiempo nunca sea suficiente para publicar).
Odio aparecer por aquí para volver a leer un post y reiterar que creo que por más que una quiere experimentar otras formas de relación, no resulta fácil desligarse de la idea incorporada de las viejas formas de seguridad, ash.

domingo, enero 08, 2012

De las intensidades de 2011 y esas cosas...

El Inventario general del mundo que hace un loco personaje de Eduardo Galeano, incluye un montón de cosas usadas, gastadas y olvidadas, porque... "Toda basura era vida vivida, y de la basura venía todo lo que en el mundo era o había sido. Nada de lo intacto merecía figurar. Lo intacto había muerto sin nacer. La vida sólo latía en lo que tenía cicatrices". En el inventario de mi vida, 2011 fue un año muy intenso, mucho, mucho, mucho.

Físicamente, me fue de la fregada. Tuve salmonelosis, los medicamentos me causaron gastritis, una mugre bacteria me provocó una infección en un ojo y terminé el año con gripe. Además, tengo una muela menos, un choque me dejó con un esguince cervical y en el tiempo que estuve bien, me tocó cuidar a mi mamá, en los días de la férula. Como sea, alguna buena noticia debía haber, 10 kilos desaparecieron de este cuerpecillo con algo de esfuerzo.

En fin, esas minucias no evitaron que cumpliera algunos planes. Estudié solfeo y francés y se me cruzaron los idiomas (ha de ser una maldición por burlarme de López Dóriga... aunque ahora también puedo burlarme de Peña Nieto). Sobre todo, llegaron muy buenas noticias y lo hicieron todas juntas, regresé a dar clases a mi alma mater y comencé el doctorado. El inicio fue rudo, no quiero imaginarme el final. De momento, mis horas de sueño han disminuido considerablemente, pero eso no importa, porque he encontrado ene cosas que hacen que la vida vale la pena. Un gran proyecto se quedó en stand by. Además, estuve a nada de dejar de publicar El Cafecito, pero Arlette accedió a coordinarlo por los próximos años.

Dije que viajaría más y lo cumplí parcialmente. Estuve en Mazamitla, en algunos lugares en Michoacán, en la Huasteca hidalguense en algún momento y en Pachuca en otro. Por supuesto, nuevamente hay viajes regulares a Guadalajara. En esos viajes, se han fortalecido algunas amistades y han surgido otras.

Hubo momentos espectaculares, como el reencuentro con mis compañeros de secundaria y algunos episodios del equipo de rescate animal. Hubo también momentos muy tristes, cuando tres de mis (ex)alumnos murieron: una de cáncer y dos más en accidentes. También cuando perdí una amiga... o alguien que pensé que era mi amiga.

Muchas películas me hicieron feliz: Baaria127 horasLa mujer que cantabaDe hombres y de dioses y, por supuesto, Medianoche en París. Y muchas canciones también me han acompañado, pero tal vez las más recurrentes han sido Pequeño vals de Marlango, Felicidade de Marcelo Jeneci, Silencio de Los Tipitos y Al lado del camino de Fito Páez.

Los hombres de mi vida merecen un capítulo aparte. Alguien que en 2010 me pidió que confiara, ha estado presente en mi vida hace muchos meses ("ha estado", en presente perfecto). Viví el romance más rápido de occidente, en abril. Tiempo después, sentí feíto decir que no, pero es mejor hablar con la verdad. Me enamoré, "como se enamoran siempre las mujeres inteligentes, como una idiota" por ahí de octubre (aunque se veía venir desde algunos meses antes) y en noviembre abrí los ojitos. Encontré los ojos más bonitos del mundo en una noche de ñoñez y, aunque hay muchos kilómetros de por medio, espero volver a verlos algún día.

En asuntos aparentemente menos trascendentes: me mudé al lado oscuro de las compras compulsivas, quedó claro que soy una cursi de clósetno encontré días de 48 horas por más que los busqué, experimenté algunas señales del Apocalipsistomé vino tinto en taza (vergüenza vil), mi capacidad de asombro fue puesta a prueba por la verdad revelada y otras maravillas, entré a presión en el tren ligero, experimenté dificultades técnicas para llegar a dormir tras un episodio de aventuras culturosas y mezcaleras y tras otro de borrachera postcoloquial, quise que mi cabello fuese rojo caramelo y terminó en algo como tangerine Clementine. La frase del año, sin duda, es "primero recoge del suelo los pedacitos de tu corazón", fue dicha por un amigo mío en un bar y, lo más importante, no fui destinataria de ese bonito pensamiento.

En suma, me cayeron muchos veintes y mucho empezó a tomar sentido. Divagué sobre la condición de las mujeres y sobre la mía en ese contexto. Me quedó claro que ya no me preocupa equivocarme, porque equivocarse también es vivir. La cuenta regresiva, 365para30, valió la pena. He llegado al tercer piso y la vida se ve maravillosa desde aquí. Como sea, no he llegado sola, sino con un montón de gente hermosa (como la gente bonita que nos acompaña).