miércoles, mayo 04, 2011

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"Estoy esperando mi camión en la terminal del ADO"... esa canción me gustaba cuando yo era adolescente. Este miércoles estuve por primera vez esperando un ADO que me llevaría a Pachuca, a un congreso.

Todo parecía cómico-mágico-musical: un taxi nos cobró $25 por tres cuadras al llevarnos al hotel; en éste, que se anuncia como de cinco estrellas, la puerta del baño está vencida, las puertas del clóset experimentan dificultades técnicas para mantenerse cerradas y el chunchito ahorrador de energía nos deja en penumbras, sin razón aparente; un vigilante de la universidad nos dio instrucciones precisas para localizar el auditorio (debíamos bajar para abajo, subir para arriba y entrar para adentro); el auditorio estaba lleno para la conferencia de la Reguillo y tuve que recurrir a técnicas de empujones y otras maravillas, para encontrar un lugar; no tuve señal de Internet en la universidad y tampoco en el hotel; vi un tipo que era sospechosamente parecido a Tony, el abogado gordito de Drop dead diva; descubrí que Pachuca es tempranera, a cierta hora todo está cerrado y los únicos lugares abiertos, sólo tienen servicio para llevar.

La conferencia fue realmente magistral, sobra decirlo. Y el tema del congreso -violencia, comunicación y vida cotidiana- da mucho para pensar. Presenté mi ponencia y me fue muy bien. Las otras ponencias de mi mesa estuvieron geniales. Me reencontré con amigos, de ésos que sólo se reencuentran en cada congreso. Al anochecer, en medio de la excursión en busca de pastes o algún lugar para cenar, nos encontramos al maestro Manuel Corral y nos regaló ejemplares de su libro Periodismo y poder en Durango.

Muy feliz fui.

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