viernes, mayo 06, 2011

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Último día en Pachuca. Desperté con un dolor de cabeza terrible, cortesía de los vecinos de habitación, maniáticos, fanáticos religiosos o no sé qué. Todo pasó muy rápido y nos escapamos del congreso para volver a casa, previa escala en un lugar donde venden ricos pastes.

La señal de Internet regresó a mi celular en los dos camiones (Pachuca-DF y DF-Aguascalientes). Entre las películas, el chisme, el sueño y las miradas al cel, me alcancé a notar con cierta tranquilidad que no tenía días antes. No sabía si tanta confusión era porque alguien me importó más de lo que estaba dispuesta a asumir o simplemente porque no sé perder, cualquiera de las opciones era posible; al final, creo que las dos, juntas, combinadas, explican lo que atormentó a mi mentecilla retorcida en las dos semanas más recientes. Como sea, es evidente que alguien que no tiene el valor de jugársela conmigo (y/0 por mí), no merece mi tiempo (damn it, ya estoy escribiendo como redactora de revista rosa semi-juvenil). ¿Tenía que ir tan lejos para entenderlo? Todo se ve tan claro ahora.

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