Tengo tres señales clarísimas del Apocalipsis.
1) Hace pocos días mi cuerpecillo experimentó reacciones muy feas tras haber ingerido cinco tazas de café en tiempo récord; tales reacciones incluyen una especie de cruda cafetera tan horrible que cuando la gente circula a mi alrededor con café en mano, puedo llegar a tener náuseas. Sobra decirlo, terrible es la vida sin café.
2) No acostumbro sufrir cólicos, sólo recuerdo uno muy feo que tuve a los 14 años... y uno muy feo que tuve ahora, 15 años después. El malestar era tal que, camino a una fiesta, tuve que pedirle a mi amiga Caro que hiciéramos una escala en La Finca para comprar un té de manzanilla. Absténganse de decirme que existen las pastillas, no sé cuáles se toman y no resulta recomendable ingerir un combo de pastillas y alcohol, ¿edá?
3) En la misma fiesta mi cuerpecillo experimentó una disminución repentina e inexplicable de la resistencia al vino tinto. Con dos copitas terminé cuasi-fulminada, ¿dónde quedó la Dorix que tomaba una botella completa de tinto y otras curiosidades, sin que el mundo pareciera que iba a terminar?, a ver, ¿dónde?
En fin, ya me asusté. Como se atraviese una señal más, lo reportaré de inmediato.
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