He encontrado un mayor sentido de comunidad en las ojeras más que evidentes de mis compañeros, en la simpleza hasta el extremo y en el descubrimiento de que el whisky sí funciona... al menos, a Fernando, lo vuelve brillante.
He sido muy feliz en la sesión de alcoholes post-clase densa, aderezada con discusiones triádicas hiperñoñas, evaluaciones cualitativas de mi aspecto de ayer ("te veías completamente ausente, disparada") y chistes dignos de Sheldon Cooper.
Sobre todo, he llegado a una hipótesis importante: es probable que el Whatsapp tenga un mecanismo oculto para evitar que salgan mis mensajes cuando estoy tantito ebria. Debo planear algunos meses de trabajo de campo, para obtener evidencia empírica suficiente para comprobar la hipótesis.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario