jueves, octubre 20, 2011

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Lo mío, lo mío, lo mío es la imprudencia. Estuve a casi nada de señalar cuan pendejo es un fulanito, frente a su padre... sin saber que era su padre, por cierto. ¡Aplausos!

Lo mío, lo mío, lo mío es la procrastinación. Decidí no ir a ver la última función de Tetro para dedicar el tiempo al estado de la cuestión. Mala catafixia. Al final no vi la película y tampoco hay estado de la cuestión. ¡Más aplausos!

Lo mío, lo mío, lo mío no es la incertidumbre. Puedo lidiar con ella pensando en el gato de Schöedinger o en el principio de incertidumbre de Heisenberg o en Beck o en Bauman, pero me declaro incompetente para sobrevivir a ella cuando es experimentada sobre mi pellejo, ash.

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