domingo, octubre 16, 2011

66

Suelo hacer planes para romperlos. Planeaba dormir como nunca y descubrí que mi cuerpecillo se niega rotundamente, me acosté a las 2 y a las 6 ya estaba fresca como una lechuga, tomando fotos del amanecer desde el onceavo piso de un hotel. Planeaba dejar Sangüichito a la 1, pero me dejé convencer por el ala potosina de mi familia que lleva la fiesta en la sangre... me quedé a la tornaboda, pospuse la salida unas horas, aunque eso implicara dormir menos, para darle matarile a los pendientes. Y, en un episodio más de sorpresas de la vida, me sacó una sonrisa descubrir una cara conocida en el ciclista que casi me atropella, a unos metros de la puerta del hotel.

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