lunes, octubre 31, 2011

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Las transformaciones continúan. Esta mañana el ruido de fondo en la universidad no era el de la podadora latosa de siempre; se oían las hojas secas cayendo una tras otra. El verde del pasto de la universidad, ése que no me cansaba de contemplar y que no tenía equivalente en la guía Pantone, va dando lugar a un ocre extraño. No me encanta que se vaya el verde, pero he de confesar que me gusta el otoño. Igualito que las hojas secas, se me van los días. Los deadlines esperan amenazantes, los 30 también. Cada hoja que se va es un día menos, pero también es un día más de experiencia (¿será el modo de justificar la vejez?). Damn it, soy una cursi de clóset.

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