Viajar de madrugada sin haber dormido no es buena idea. Llegar en vivo a una clase, menos. Confieso que me extravié, que tuve que salir a lavarme la cara, que usé una Coca Cola para despertar y que, de todos modos, seguía extraviada. Todo lo que sé es que, como bien dijo la comadre Kari, "el mundo puede explotar en dos putos segundos"... y uno haciendo tonterías.
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