sábado, enero 29, 2011

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Los alumnos no deberían morir antes que sus profesores. O tal vez deba decir que la gente con tantas ganas de vivir no debería morir. Es extraño. Ayer me enteré de que una ex alumna tenía cáncer y que habría algunas misas para pedir por su salud, lo anoté en la agenda y, de repente, plop, un mensaje me hizo saber que la chica había muerto. Es muy extraño, todo lo que no había recordado de ella en cinco años, lo recordé de golpe: una sonrisa casi permanente, tal vez demasiado grande, y unos ojos siempre alegres. Así como la conocimos, así se veía en la foto que estaba colocada junto a su ataúd; mejor recordarla así, mejor recordar siempre que la vida es para vivirse al máximo, para ser felices. Su mamá me contó que ayer todavía agarró su laptop, que la miraba, que nunca se quejó, en fin.

Cuando empecé este extraño ejercicio de hacer de cada día algo significativo, en la carrera hacia el tercer piso, nunca pensé que algunos días significativos serían tan tristes. Éste lo fue.

5 comentarios:

Miguel Vivas dijo...

Vaya... Qué triste amanecer. Para morir sólo hace falta estar vivo amiga... Besos y mordiscos.

Dorix dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Dorix dijo...

Sí, Miguel, muy triste; pero entre tanto, ella nos enseñó que la vida es fugaz, nos recordó cuán importante es vivirla intensamente.

La Blu dijo...

Te mando un abrazote y aprecio tu ejercicio de escribir todos los días algo significativo.

Dorix dijo...

Gracias, Blu.