lunes, enero 10, 2011

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Que nadie subestime el poder curativo de un chocolate de La Finca y una buena conversación, para resarcir los daños de un día que incluyó levantarme tarde, buscar un cibercafé abierto para imprimir unos chunches para el trabajo (la noche anterior imprimí todas las páginas pares y, a la hora de las impares, ¡plop!, se acabó la tinta... en noche de domingo, ¡aplausos!), hacer escalas en dos trabajos y un curso, así como un breve intermedio correspondiente a un pago al otro extremo de la ciudad y, ¿por qué no?, un cambio de planes inesperado. Un día que empezó fatal terminó francamente genial.

2 comentarios:

Justes dijo...

Tengo tiempo aún para colaborar con usted?

Dorix dijo...

¿De qué colaboraciones estamos hablando, Justecillos?