Retiro lo dicho o, más bien, lo replanteo. Me gusta el frío moderado, ése de cuando uno puede seguir haciendo sus vida, perfectamente enfundado en abrigos de colores y mallas térmicas. No me gusta este frío que me hace despertar temblando, caminar temblando y permanecer temblando en un cubículo con vocación de congelador.
Como sea, discutir sobre el frío y el calor pasa a segundo plano cuando se descubren presencias aun en las ausencias, cuando se reciben noticias de tierras lejanas y queda claro que cada palabra que una ha dicho quedó grabada en cierta memoria.
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