domingo, noviembre 06, 2011

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No soy totalmente (quizá ni siquiera parcialmente) Palacio, pero volví a recordar el planteamiento aquel sobre la incapacidad de los psicoanalistas para entender el poder curativo de un vestido nuevo (publicidad con alto índice de recordación, sobra decirlo). Hoy no tengo uno, sino dos vestidos nuevos, uno rojo liso, uno tinto de bolitas. ¿Será que una intenta llenar con vestidos nuevos el vacío de un estado de la cuestión que nomás no acaba de quedar listo?

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