viernes, marzo 06, 2020
Ausencias
Yo tenía unos aretes muy lindos que compré en algún ranchito de Creel, eran unas flores de barro y eran únicos. Un día, cuando vivía en la CitéU, tocó simulacro de evacuación (nota al pie: yo pensé que era una emergencia real y osé salir sin suéter, casi me congelo, pero ésa, como diría la nana Goya, es otra historia). En medio de la multitud, perdí un arete y no me di cuenta. Lo noté cuando regresé a mi estudio, lo busqué en todas partes y nada, mi arete único se esfumó. Durante algunos meses, me ponía algo y pensaba "esto combina con los aretes de barro", pero ya no tenía uno. Pues nada, que así me ha pasado con gente. Hubo alguien que se volvió casi imprescindible en mi vida cotidiana y ya no está y -aunque a diferencia del arete, yo quise que no estuviera- a veces se me olvida que se acabó y pienso tal o cual cosa, pero entonces me acuerdo. Se acabó, no volverá a ser, no tiene por qué ser, la vida es así.
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