jueves, diciembre 31, 2020

No sólo se viaja por el espacio y el tiempo

 

Terraza, viento frío, sol calientito, perros, lectura… una vez y otra vez y otra vez. En otro momento, habría dicho que éstas son las vacaciones menos vacacionales de la historia. Por obra y gracia de la pandemia, este año viajé y tampoco aproveché las vacaciones para salir con medio mundo, abrazar amistades al calor del vino tinto, ir al cine a dos o tres funciones seguidas. Nada. Esta vez me limité a refugiarme en casa de mamá y me dispuse a descansar. Mis mañanas se volvieron eso: terraza, viento frío, sol calientito, perros, lectura. Volví a tomar La vida de los elfos de Muriel Barbery. Lo había empezado un par de veces y, por algún extraño motivo, en ninguna de las dos pasé del primer capítulo. Esta vez lo tomé y me atrapó. “Aquellas palabras que ni siquiera sabía pronunciar dibujaban una nueva tierra de poesía y despertaban en su corazón un hambre inédita”, dice en alguna parte. A mí me dieron ganas de escribir, pero la sola idea de tener que bajar y encender la compu me detenía. Mejor seguía aislada en la terraza, entre ruidos de aves, de coches que pasan, de vecinos que dicen alguna cosa en la calle y esa cosa se pierde entre los ladridos de mi perrote Lucas. Encontré ahí la tranquilidad que necesitaba, viendo a mis perros dormir panza arriba para aprovechar el sol o corriendo a ladrarle a ruidos lejanos. “Sin tierra, el alma está vacía, pero sin relatos, la tierra está muda”, seguía Barbery. Más ganas de escribir, en mi mente estaban las palabras, pero no llegaban siquiera a una libreta llevada a propósito. La vida es así. “No sólo se viaja por el espacio y el tiempo, sino sobre todo por el corazón”, dice. La frase resuena más allá de la historia, en un año como este, con tantos viajes cancelados y con la incertidumbre. En la lectura de la tarde, el sol es más tenue y se va perdiendo. Algunos días se han cubierto de nubes y el frío ha estado más fuerte y no sé qué tanto estoy viendo y qué tanto estoy conectando con la historia. Pero dice Petrus, uno de los personajes, que “hay dos momentos en los que todo es posible, cuando bebemos y cuando nos inventamos historias”. Salud.


 

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