El never-ending-home-office abarcó todo el año, con visitas ocasionales a la universidad. En octubre, el semáforo verde nos llevó de regreso al trabajo presencial. Si bien las materias que doy se mantuvieron en línea, volví a estar diariamente en la oficina y eso me permitió volver a establecer límites entre el trabajo y la casa.
Las vacunas cambiaron muchas cosas. Dejé de sentirme un arma virológica cada vez que entraba en casa de mi mamá, pude volver a abrazarla. Volví a ver algunas amistades en vivo y dramático color. Volví a friendzonear gente (#sorrynotsorry).
Regresé al cine un par de veces: la primera fue una función al aire libre en un ciclo de cine alemán, la segunda fue para ver Black Widow. Seguí viendo películas (unas más bobas que otras) y series (hartas hartísimas series) en Netflix y HBO Max.
Lloré como estúpida con Blue Jay, porque la vida está llena de memorias y preguntas que alguna vez se quedaron sin responder. Volví a ver Gone with the Wind (más de 27 años después) y las sagas completas de Lord of the Rings y Harry Potter (no recordaba que este año es el 20 aniversario de ambas, pero que sirva como homenaje). Hace unos días vi Don't Look Up y no supe si reír o entrar en pánico.
Vi las tres temporadas de Borgen y espero la cuarta, por supuesto. También vi The Bold Type, que me pareció como Sex and the City para millenials... y me gustó. Me encantó Dix pour cent (con ese extraño humor francés) y, ya en modo frenchie, también Plan Cœur (cursi, cursi, pero entretenida). Sobra decir que me fascinó Sherlock, vi las cuatro temporadas cuando todavía estaban en Netflix. No podía faltar The Chair, que la vida académica es suficientemente dramática para llegar a la pantalla. En el último tramo del año, Guía Astrológica para Corazones Rotos me sacó de la fase oscura en la que andaba, entre Game of Thrones (volví a ver las ocho temporadas... en realidad, nunca la había visto completa) y Grey's Anatomy (que la temporada 17 me llevó a la lona 80 millones de veces). También vi los episodios de Blade Runner: Black Lotus que están disponibles hasta el momento, sobra decir que me agrada bastante.
Leí pocos libros, pero interesantes. Empecé el año con Viajes por el scriptorium de Paul Auster y La chica de la Leica de Helena Janeczek, lo cierro con un libro de poesía completa de Federico García Lorca y el Homenaje a Cataluña de George Orwell.
Según Spotify, la canción que más escuché es "Mais je t'aime" de Grand Corps Malade y Camille Lellouche.
No he vuelto a viajar, pero las memorias de viajes pasados encontraron el modo de asomarse, como el día que encontré un audio de 12 horas random de un viaje que hice a Buenos Aires en 2017. El audio se grabó por accidente y me llevó cuatro años descubrir que estaba ahí.
2021 fue también el año de la cuasi-resurrección de mi gata, gracias a un tratamiento con células madre cuando ya se había perdido toda esperanza. Mi perro también tuvo una cirugía, pero menor, quizás odió más su cono de la vergüenza que la intervención en sí misma. Mi perra siguió genial, como siempre.
Por lo demás, asumí una responsabilidad gigantesca, cumplí 40 hace unos días y a partir de enero estaré en un nuevo hogar. No puedo pedir más. ¡Salud por el 2021!
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