domingo, octubre 26, 2008

hoy que mi corazón se aturde en silencio

Soy el colmo, pero no dejo de pensar en el desconocido que me miró a los ojos por varios minutos el otro día en un camión horrible, en una carretera horrible, mientras regresaba de San Luis a Aguascalientes.
No es amor a primera vista (en todo caso, necesitaría que volviera a pasar, jo jo), es sólo que la sensación de confianza y tranquilidad que me produjo su mirada fue... guau, lo máximo. Porque han de saber que venía yo de un funeral (con todo lo que me mueven los funerales, porque me duele el dolor ajeno y porque en el dolor ajeno revivo el propio) y venía en calidad de trapo, francamente pálida, ojerosa, sin maquillaje, después de haber dormido casi nada y de haber llorado casi todo, con la misma ropa del día anterior y sin la menor gana de ser sociable. Pero se atravesaron esos ojos (qué ojos) y el mundo cambió por un ratito.
Shalalá, si acaso eres ese desconocido y estás leyendo este post (que ridícula me vi, pero uno nunca sabe), gracias, muchas muchas muchas gracias.

4 comentarios:

Mond dijo...

Cuando pasan cosas así, es cuando me acuerdo de lo importante que pueden ser las "insignificancias".

Un abrazo en silencio.

Dorix dijo...

Gracias, Mond.

Tramontana dijo...

Me gusta ese encuentro de miradas, me hubiera gustado que escribieras más sobre la sensación que tuviste con ese par de ojos y por qué no hubo ni una palabra entre los dos.

Dorix dijo...

Pues fue como si lo conociera de siempre y a la vez de nunca... y no hubo palabras, porque a veces no hacen falta, Tramontana.
Gracias por asomarte por acá.