viernes, enero 01, 2010

me gusta abrir los ojos y estar viva...

La medición del tiempo, al final de cuentas, es algo arbitrario; la vida no cambia radicalmente entre el 31 de diciembre de un año y el día siguiente y, definitivamente, no empieza uno de cero el 1 de enero. Pero, he de confesar que esto de hacer recuentos al final de cada año me encanta, alguna obsesión tengo con la memoria, con esas extrañas construcciones - quizá tan arbitrarias como medir el tiempo - que uno hace para decir lo que le resulta significativo.

2009 fue un año de navegar entre la felicidad y la incertidumbre. Lo inicié resolviendo los últimos detalles de mi tesis de maestría y en abril fue mi examen de grado ("el rito de paso en su más acuosa expresión" según Don Maus). Pasé el año también trabaje que trabaje en el empleo que ya tenía como asistonta y uno que se sumó, como pobresora; he de decir que hubo de todo, acción, suspenso, comedia romántica y algo parecido al terror en algún momento. Fue también un gran año de trabajo en el Colegio, uno que dejó claro que, como diría el presidente, "no somos flor de un día".

Quizá un momento cómico-mágico-musical vino en los tiempos de la influenza, me enteré justo cuando iba saliendo del cine y estaba segura de que era broma eso de que el gober había suspendido la Feria de San Marcos por la alerta sanitaria; pasé no sé cuánto tiempo contestando cosas muy bobas en Facebook, o bien haciendo el oso en la calle con mi cubrebocas modelo vende-caro-tu-amor-aventureeeera.

Empiezo a recuperar mis usos y costumbres de viajar con cualquier pretexto y definitivamente este año sí fui al cine tanto como me gusta... y vi de todo, hasta Volverte a ver, Wolverine y Terminator, oh, sí. Lo triste es que eso que llamamos "vida real" por momentos es más horrible aún que una mala película. Me ha tocado ver metralletas muy cerquita de mí, como parte de operativos en la ciudad; se me ha hecho cotidiano escuchar sirenas y saber de balaceras; supe a lo que sabe la impotencia cuando asaltaron a mi mamá y, aunque lo que se llevaron fue una bobada y a ella nada le pasó, sigo pensando que no se vale que enemil delincuentes tengan vía libre para hacer lo que les dé la gana, mientras nuestras valientes autoridades mantienen en los medios un estado ficticio donde todo va bien y está mejor que antes, ja.

Entre tanto, lo que de veras me hace feliz es que la gente que quiero sigue cerca de mí, no importa si hay kilómetros de por medio. Lo que más me sorprende es que esa categoría de "gente que quiero" ha sufrido algunas mutaciones, unos se han ido y otros sorpresivamente llegan. Y lo que más me agrada es encontrar maravillas en lo más simple. ¡Feliz 2010!



3 comentarios:

madreselvas dijo...

En verdad eso de la influenza fue de lo más surrealista, salir a la calle era como una película de ciencia ficción, y si tomamos en cuenta que todo lo que hicieron era hasta cierto punto inútil y absurdo, el hecho se vuelve misterioso ¿Que querían tapar? ¿O que pretendían con todo ese alboroto?
Me ha dado gusto descubrirte, ya te seguiré visitando.

Miguel Vivas dijo...

confieso que a mi también me seduce la erótica de los recuentos, jejje. Besos y mordiscos

Dorix dijo...

Gracias, Madreselvas.
Gracias, Miguel.