jueves, julio 26, 2007

rompiendo mi propio récord

Últimamente, las bodas me han dejado poco tiempo para arreglarme. En mayo, en la boda de Lula y Abraham, las ocupaciones previas me dejaron sólo 30 minutos para arreglarme. En junio, en la boda de Carmen y Alex, mi condición de fotógrafa y dama de compañía me dejó 20 minutos para hacer milagros conmigo. Y ahora, en julio, en la boda de Sandra y Chuy, mi extraña propensión a la metichez derivó en ocupar la mañana en prepararles las ofrendas y las lecturas que ellos olvidaron preparar, así que tuve ahora 15 miserables minutos para hacer verdaderos milagros con el aspecto físico de mi persona. ¿Qué sigue?, ¿un arreglo formal en 10 minutos?, ¿o en 5?, ¿o llegar a una boda en mezclilla y tenis y con cara pálida? Yo que acostumbrada dejar mi arreglo en manos de profesionales cuando de fiestas nice se trataba, bubu.

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