la diferencia

El sobrinito que vino de acople con mi primo, su esposa y la pequeña María Ynés (no diré el nombre del chiquillo para no quemarlo tan feo) no quería comer aquí en los tres días que se hospedaron en mi casa, le resultaban ajenos los manjares que aquí preparamos (de acuerdo, lo que mi mamá cocina con muchas porras mías y con mi ayuda siempre oportuna para recoger el tiradero... hey, he descubierto que soy una pinche, léase ayudante de cocina), se preguntaba si las extrañas cosas verdes también se comen (brócoli, espinacas, calabacitas, chícharos), no le hicieron feliz las pechugas rellenas, no se explicaba la ausencia de refrescos en mi refri... porque el chiquillo sobrevive con papitas, refrescos, hamburguesas y tortas de chorizo... mmm, y su mamá no trabaja, se hace llamar "ama de casa", pero, uno de sus niños (que tiene ya 7 años) no conoce las verduras y no conoce más comida que la chatarra... eso no habla bien de ella.
Aparte, el pobre chiquillo no sabe lo que quiere, no sabe decir "sí" o "no" cuando se le pregunta por ejemplo si quiere ir al cine, no sabe decir si tiene frío o le duele la cabeza, vamos, no se expresa, está acostumbrado a que sus papás tomen las decisiones.

En cambio, a la pequeña María Ynés (que tiene 2 añitos) le encantan las verduras, las identifica perfectamente, dice de qué color es la verdura en cuestión y las come con entusiasmo. Sabe su nombre completo, sabe decir si las cosas le gustan o no, elige su ropa y sus zapatos (y le combinan, además) y se la pasa corrigiendo al primito cada que él habla... sobra decir que tiene mucho más vocabulario que él. En fin, la niña es la hijita de mi primo el culto, algo se aprende, ;)