lunes, abril 18, 2011

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Agenda llena, de 9 AM a 10 PM. El trabajo se multiplicó. El examen de francés cambió de horario. La clase de solfeo se canceló. La comida con una amiga pudo extenderse un poquito. En la fête de la France vi a otra amiga, que hace eternidades no veía. La presentación de la revista El Gran Vidrio (donde, por cierto, colaboré) incluyó un discurso magnífico del Diablo Varela.

Postdata cursi que no debería existir: Las agendas llenas no deberían tener huecos que pudieran ser llenados con recuerdos. Sin embargo, éstos se cuelan donde pueden, en las conversaciones al calor de la limonada y la ensalada de pollo, en las mil y un veces que vibra el celular y hasta en la fea práctica de asomarse discretamente a cierto muro de Facebook.

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