Pero, oh, sorpresa. Cuando llegué, la ciudad estaba hecha un caos, había agua por doquier y el recorrido de la central a mi casa, que suele llevar 10 minutos en taxi, con un costo de $20; acabó siendo prácticamente un recorrido en lancha, que duró exactamente una hora y costó $50, por supuesto que incluyó olas que movían el taxi feamente.
Desde aquí, un "bu" para nuestras bonitas autoridades que no se ocupan de arreglar las alcantarillas en mal estado ni de implementar sistemas que resulten más eficientes de drenaje, ya no hablemos de sistemas de reutilización de agua de lluvia. Y otro "bu" para quienes, tirando basura en la calle, contribuyen a que se tapen esas ya de por sí espantosas alcantarillas, que son una pesadilla en época de lluvias.
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