viernes, octubre 28, 2005

los mejores regalos

Esta semana he recibido grandes regalos.

Un poema bello bello bello. Gracias muchas.


Una calaverita de azúcar fucsia que me dio Rebeca en el camino, creo que mi fascinación por los colores discretos (ajá) como verde limón y fucsia es del dominio público.


Una hoja de maple traída desde Vancouver, acompañada de una postal. Gracias, Edithilla, aunque, pudiendo traerme un galanazo guapetón y buenón hecho bolita en la maleta, ¿me traes una hoja de maple? Je je, no te creas, me encantó, me encantó.


Una florecilla enana que me dio mi mamá, con todo y las indicaciones de que debo regarla cada semana (¿será que en asuntos de jardinería le queda claro que no soy buena?). Gracias, ma.


Y tantos otros regalos no fotografiables, sonrisas, mensajes, otro poema dejado en los comments, un largo etcétera y, el regalo más grande, mi vida y todo lo que ella significa. Gracias, Dios.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Felicidades, y que te traigan mas regalitos, y a poder ser, el guapetón de vancuver.

Unknown dijo...

Gracias por leer mi comentario, de corazón. Buena pregunta, mi querida Doris. El cerebro almacena todo, ya sea consciente o insconciente. Y esto lo hace cuando está vivo. ¿Pero y cuándo está muerto? En ese caso deja de almacenar todas las percepciones, sensaciones y estímulos que le rodean; sin embargo, mantiene la memoria de los almacenados anteriormente, de manera que esos datos se van perdiendo a medida que el cerebro se va descomponiendo.
Pero en mi caso, no está muerto, sino atrofiado. Está estropeado y no tiene actividad, pero tampoco se degrada, por lo que se mantiene suspendido en un ruidoso nirvana de silencio. Un abrazo.

Ismurg dijo...

¡Felicidades!
Siempre son mejores los regalos de corazón que los económicos (aunque algún capricho caro tampoco está nada mal)