viernes, diciembre 31, 2010

fue un año muy bueno...

Con las palabras de Galeano (de un libro que una gran amiga me regaló) cierro el 2010, aunque, como he dicho antes, nunca he sentido cambios radicales entre un año y otro, sino continuidades, muchas continuidades... pero siempre he tenido cierta debilidad por hacer recuentos a diestra y siniestra.

Si 2009 fue un año de felicidad e incertidumbre, he de decir que estos dos componentes mantuvieron su presencia en 2010, pero el resultado fue distinto, siempre sorprendente, vivir no deja de sorprenderme. Corte informativo: a diferencia de medio mundo que suele preguntar "¿cómo te trata la vida?", Carolina (su blog está en coma, pero sigue activa en twitter) siempre me pregunta "¿cómo tratas a la vida?" y eso me gusta. Pensando en el 2010, creo que lo traté muy bien. En el inventario de mi año (y de mi vida) hay viajes realizados, películas vistas, momentos vividos, celulares muertos y más.

Empecé el año como me gusta, en el cinito, viendo Julia & Julie... meses después, yo seguía imitando el modo de decir "bon apetit" de Julia. Entre mis favoritas, Up in the air, Alice in wonderland, Whatever works, You will meet a tall dark stranger y, por algún extraño motivo, Back to the future otra vez. Me quedé con ganas de ver muchas otras, como Biutiful, la faringitis me mantuvo en la profundidad de los edredones mientras estuvo en el cine y, cuando por fin salí, ya no estaba en sala alguna. Yo quería ver si realmente, como decía una reseña, "Biutiful is horrible".

Fui a la segunda boda de bloggers en mi vida y, extrañamente, fue casi como la primera: pequeñita, íntima, sin derroche, con mucho amor. ¿Será ésa una característica inherente? Corroboré que el mundo sigue lleno de gente linda y honesta. Pasé excelentes momentos en lo inesperado, en lo cotidiano, en lo pequeño. Pensé en la banda sonora de mi vida.

Armada de toneladas de bloqueador y dispuesta a comer sólo pollo y verduras (recordemos que soy alérgica a los mariscos y el sol me hace casi tanto daño como los discursos de Calderón), me reconcilié con la playa luego de unos días de un viaje improvisado que comenzó en Colima y Comala ("vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo") y terminó en Manzanillo. Viajé también al DF tres veces (pudieron ser cuatro, pero se atravesó la faringitis), casi siempre de pisa y corre, y amé Xochimilco. A mi adorada Guadalajara también hice tres viajes de ñoñez que se aderezaban con los reencuentros con los amigos, el último viaje lo hice resfriada y regresé cuasi-moribunda, como sea, no me arrepiento; espero, el año que entra, dar buenas noticias del proyecto que nos ocupó en estos viajes, donde también está el único e inigualable Mauricio Benjamín.

Me enamoré y me desenamoré, ya no recuerdo cuántas veces (pa variar, en mi vida, mucho es fugaz y se rige por la incertidumbre), lloré como Magdalena, me reí de ello, pensé de más (as usual) y no faltó quién me cuestionara gratamente.

Conviví más con mi mamá, extrañé a mi papá. Recibí buenas noticias de familia, superé algunas resistencias. Conocí gente maravillosa. Me reencontré también con muchos amigos, se fortaleció la amistad con otros y con alguno que otro algo se rompió.

Conservé mis dos empleos, como asesora de investigación (haces ora esto, haces ora lo otro... ok, no) y como profesora universitaria, pero este año los disfruté mucho más. He de agradecer públicamente a Rebeca, a Lula y a Enrique todo lo que han valorado mi trabajo y todo lo que me han motivado a continuar. Estuve en tres congresos y me publicaron unas cuantas cosas. El Colegio vivió tiempos difíciles, pero se mantuvo de pie. De igual modo, El Cafecito continuó, a veces con dificultades, a veces con gran facilidad, pero sobrevivió.

En asuntos cuasi-superficiales, sufrí mucho cuando mi viejo celular decidió dejarse morir y más cuando mi broma de día de los inocentes no pegó, snif.

En asuntos bastante más profundos, conecté puntos, tomé decisiones importantes, muy importantes, a pesar del caos y, además, me impuse un reto medio críptico que espero cumplir. Obviamente, seguí luchando con mi agenda y me pregunté una y mil veces a dónde se va el tiempo y por qué es insuficiente.

No ha sido un camino fácil, pero sí uno muy satisfactorio. Hace algún tiempo platicaba con mi amigo Gio sobre nuestras vidas, llegamos a la conclusión de que si todo hubiera salido conforme lo planeamos, habríamos tomado el camino fácil; el que vivimos, cada uno en lo suyo, ha sido todo lo complicado que nunca imaginamos, pero nos ha permitido resistir, valorar, madurar y eso no tiene precio.

Quizá deba imitar al hijo de mi jefa, que suele decir "hoy fue un día muy bueno, mami"... para mí, 2010 fue un año muy bueno.

2 comentarios:

La Blu dijo...

Me encanta cuando escribes así, porque en realidad, así hablas.

Te quiero mucho, que este 2011 sea un año al que tratemos muy bien :)

Dorix dijo...

Muy bien lo trataremos...