Amo la lluvia. Podría quedarme todo el día pegada a la ventana, viendo o escuchando las gotas caer. Hoy, la jornada sabatina de ñoñez tuvo un escenario genial de ventana con lluvia. Quizá por eso terminé, otra vez, todos los pendientes pensados para el día. Qué felicidad.
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