Los planes siempre cambian. El plan era escribir a destajo e ir a caminar. En lugar de eso, terminé en un bonito café del centro, tomando té verde como si no hubiera mañana y sintetizando, con unos amigos, el chisme de años en unas pocas horas. La improvisación continuó y terminamos en el cine viendo
Nunca me abandones, sin haber leído la sinopsis, ¡aplausos! La película no me fascinó, la fotografía sí y Escocia más.
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