domingo, julio 10, 2011

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Si algo me conmociona de la potosinidad -léase, del ala potosina de mi familia- es la capacidad que tienen para que todo se vuelva fiesta; sus reuniones y celebraciones resultan siempre sorprendentes para alguien como yo, acostumbrada a vivir lejos de casi cualquier vínculo familiar. Quizá deba pensar en más viajes relámpago al gran tunar. De este lado del mundo, el chisme dominical con mi mamá incluyó increíbles revelaciones y divertidas memorias. Entre tanto revoloteo, recordé que hoy cumple 30 quien fue una gran amiga mía durante años; es evidente que ya no somos las de antes, ¿a dónde habrá ido lo que fuimos? Mágicamente, me acordé también que el 10 de julio de 1996 fue mi graduación de secundaria. Qué grandes nos sentíamos todos en aquellos años. Sospecho que también eran grandes nuestros sueños y expectativas de lo que vendría en el futuro cercano, la prepa, y en el futuro de largo plazo, la vida adulta. Nos hemos ido reencontrando en Facebook y algunos en vivo, el descubrimiento es que el ñoño se volvió fiestero, la ruda se volvió mamá, la intrigosa se volvió niña buena y yo me volví... momento, ¿qué soy?, ¿quién soy?

1 comentario:

Angie dijo...

doris:


tu te volviste Doris, y solo eso, doris
y esa parte parece que te va de maravilla


saludos