Aparecí mágicamente por el gran tunar y, también mágicamente, unas partituras terminaron en mi mochila. Debe ser una señal divina para que cumpla mi propósito de año nuevo de 1996, estudiar piano.
A eso hay que sumar que nuevamente me ha resultado divertido sincronizar relojes, descubrir que ya conocía el jardín de Tequis que juraba no conocer y llegar, bajo el influjo del primer frapuchino de la temporada, a conclusiones extrañas -por ejemplo, que a veces la vida resulta más absurda que una película hollywoodense.
2 comentarios:
Pero es cierto, hasta las peliculas de Boliwood tienen más coherencia que la vida cotidiana.
Por lo visto, Aldous Huxley coincide: http://dorix.blogspot.com/2005/06/ser.html
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