jueves, octubre 13, 2011

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Guadalajara no es Guadalajara sin lluvia y esta mañana me recibió con cielo gris y agua por doquier (aunque Agüitas se quedó también con agua por doquier, he de decirlo, vaya huracán). Ya lo he dicho miles de veces, pero algo tiene esta ciudad que me resucita cotidianamente. Qué importa haber tenido que cambiar las chanclas por botas de peluche, para resistir el combo de lluvias huracanadas y vientos de inicio de frentes fríos. Qué importa haber pagado el taxi más caro de la historia ($190 por ir de la central nueva tapatía hasta el sur, con la tarifa oficial autorizada por Tránsito... wtf?) si a cambio encontré al taxista más cuidadoso del mundo, que se encargó de que mi cuello llegara sano y salvo al otro lado de la ciudad. Qué importa descubrir por qué no fui ni seré economista, si entre todo creo que aprendí algo... y que sobreviví. Qué importa esperar eternidades para comer, si el chisme se pone tan divertido y uno llega a conclusiones como que la única certeza es que no hay certezas. Quizá lo que importa son esas incertidumbres (no las del saber, sorry, Wallerstein), ¿será que en verdad soy tan fría como mi temperatura corporal?, ¿será que ahí donde yo no veo posibilidades y otros sí, realmente las hay?, ¿será que me estoy acobardando antes de tiempo?, ¿será que soy tan boba como para no saberlo?, ¿será que me dejé llevar y empecé a construir telarañas mentales gracias a las elucubraciones de una amiga? No se pierdan los próximos capítulos.

2 comentarios:

Jaime Loredo dijo...

No puedo negar que siempre entro al blog con la emoción del niño ante el regalo envuelto, no sé que esperar, bueno si, sé que habra inteligencia y humor, a veces tan negro que pareciera un manuel para leer a Cioran y sonreir, pero no puedo evitar (y con gran gusto, seguir viniendo aqui) un enorme abrazo dorix desde esta extraña manera de construir amistades

Dorix dijo...

¿Muy muy muy negro? Un abrazo también desde este lado de la pantalla, Jaime. Espero que todo vaya bien allá.