jueves, agosto 25, 2011

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Podría decir que esta mañana luché contra mi cabello y, cuando por fin logré dominarlo, el aire me dejó peor. Podría decir que mi trabajo conspira contra mis muy fugaces intenciones de guardar la línea, gracias al pastel de chocolate del lunes y el de tres leches de hoy... los festejos para las cumpleañeras, ya saben. Podría decir que, a pesar del desconcierto por los archivos extraviados, la pasé bien esta mañana. Podría decir que, a diferencia de otras noches, ésta sentí que andaba muy brillante. Podría decir todo lo que he dicho, pero cuando mi día termina viendo la noticia del atentado en Monterrey, un caso más para la colección de los "nunca antes visto", la felicidad se me escapa y la boca adquiere un sabor amargo, como de dolor y desesperanza e impotencia y lo que se acumule. Si esto no es estado de guerra, que alguien me explique qué es.

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