lunes, agosto 01, 2011

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El reconocimiento del trabajo, sobre todo cuando es inesperado (el reconocimiento, no el trabajo), hace que muchas cosas valgan la pena, que otras se disipen, que otros tengan que cerrar la boca.

PS: Alguien parece estar muy pendiente de mi agenda, lo peor del caso (¿o lo mejor?) es que me agrada saberlo.

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