miércoles, agosto 03, 2011

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El lunes, cuando desperté, caí en la cuenta de que agosto había llegado. Me apaniqué, confieso; algo presionó mi cabeza y exprimió mi estómago, mi cuerpecillo pretendió quedarse pegado a las sábanas y pensé, una vez más, que debería existir el equivalente de un reloj legislativo para simples mortales. El punto es que ya es miércoles y sigo resolviendo pendientes contrarreloj, como casi siempre, pero con más enjundia. Esta mañana dije que le faltan horas al día (y no, no me refería a esta canción). Muchas cosas deben estar resueltas antes del lunes. ¿Es mi imaginación o este bonito blog ha experimentado un viraje a un combo de angustia, nostalgia e incertidumbre?

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