martes, agosto 16, 2011

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Una tarde nublada, un café caliente y una conversación que va por enemil senderos a la vez, resultan geniales. Quizás el problema es que uno pierde la noción del tiempo y Arlette por poco y no termina su maleta. Como sea, todo salió bien, entre el chisme, los experimentos, la maleta veloz y el acelere, ocurrió una especie de ceremonia no ceremoniosa de entrega-recepción de estafeta en El Cafecito.

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