sábado, agosto 20, 2011

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Amo las jornadas de ñoñez que desembocan en fuga al cine, acordada minutos antes. Amé la historia dentro de la historia en La mujer que vino del mar. Amaría más que apareciera mágicamente otra mujer en las salas La mujer que cantaba... y Medianoche en París, por supuesto.

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