domingo, agosto 07, 2011

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La cocina estaba quedando rechinando de limpia, tras mis labores de ama de casa dominical que tan terapéuticas me resultan; de pronto, un vaso feo, muy feo, resbaló de mis manitas, chocó justo contra la llave del fregadero, se rompió y regresó al lugar de donde se había escapado... es decir, sí, a mis manitas... un fragmento del vaso se incrustó en mi dedo gordo de la mano derecha. ¡Aplausos! Qué bueno que el vaso feo se rompió, para no tener que desaparecerlo con estrategias no del todo transparentes; pero, ¿qué le da derecho a interrumpir mis labores domésticas -no todos los días amanezco con esos niveles de energía para hacerlas- y a dejar una herida curva -que tal vez termine como una fea cicatriz- en mi dedito?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que coraje...
te cortaron la inspiración limpiahogar ):

Suerte en la cicatrización

Dorix dijo...

Gracias. Justo ahora tengo una fea marca curva que simula ser una carita infeliz.